· Una
Bolivia indígena, arcaica, subdesarrollada y pobre que se encuentra en el
occidente con carencias culturales por la vista a sus orígenes ancestrales.
· Otra
Bolivia moderna, con un mestizaje regional, exportador y próspero, que se
encuentra en el oriente, que busca constantemente un modelo capitalista.
Pero es esta Bolivia de
occidente la que representa al pueblo oprimido y excluido de la política, la
que propone un proyecto determinante con un movimiento indígena y popular
buscando un horizonte de liberación, de autodeterminación y autogobierno más
allá de la institucionalidad colonial o liberal, donde se busque una
integración preocupándose por y para todos sin exclusiones.
Este proyecto nace cuando
se toma conciencia de la opresión que sufren los sujetos políticos dentro del
sistema (interior del sistema político) y la exclusión a la que se los someten
(exterior del sistema político). Cuando se consigue tomar conciencia de la
posición histórica para avanzar al futuro.
Cuando se ve que la condición
a la que fuimos sometidos desde la colonia, que no es natural y menos legítima, más bien es producto de la voluntad de otros
sujetos e instituciones con fines ajenos
a los nuestros, así mismo responde a un sistema político injusto sin ética que excluye al pueblo, que
tiene un condicionamiento histórico y económico.
Según Dussel: “Este es el
momento crítico y siempre surge del dolor corporal, del sufrimiento concreto
que causa la dominación (hambre, violencia racial y política, muerte), de la
pregunta por la causa de este dolor, del reconocimiento de que no es una
determinación natural o divina, sino producto de la acción humana, y por tanto,
posible de modificarse”[1].
La consideración indica que
un sujeto político nunca es “trans-histórico”, dado que siempre está
condicionado por un periodo político que crea una situación particular en
tiempo y lugar determinados, que busca la incorporación de este sujeto político
al sistema político con asociaciones o fuerzas para buscar un fin común.
Además, Ximena Soruco
Sologuren identifica unas condiciones de dominación y las contextualiza de la
siguiente manera: “El horizonte entonces une la memoria del pasado, actualizada
en el presente, y la apertura hacia el futuro, también realizada en el
presente, a partir de la búsqueda de la transformación de las condiciones
actuales de dominación”[2].
De esta lectura se puede concluir
que un horizonte visualizado como meta, no será posible alcanzar si no se tiene
una mirada a la historia para entender el pasado y proyectarse al futuro con
visión y metas hacia un cambio positivo de integración de Bolivia sin
exclusiones ni opresiones, que permitan desarrollar un proyecto político,
social y económico incluyente, más allá del nacionalismo etnocéntrico que el
horizonte contiene, para la creación de un Estado que avance al futuro con integración
nacional, aprendiendo del pasado sin resentimientos que causen división y discriminación.
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